miércoles, septiembre 16

Nunca

Recién ahora es cuando me di cuenta de que me queda un año y un cachito más de colegio para que todo cambie, para que mi vida de un giro, para que lo que siempre fue totalmente rutinario se termine. Ah Dios!!! que espanto pensarlo. Nunca fui muy amiga de los cambios tan abruptos. Y fue este año en el que debido a esto empecé a observar ciertas cosas, momentos que dentro de unos años voy a recordar como únicos, a pesar de haber durado doce años. Cuando estoy con todas personas que adoro, las tengo a todas conmigo, pasando de los mejores momentos, cantando, bailando, saltando, peleandonos por cosas de la fiesta, riéndonos.
Ahí es cuando pienso: que no se termine nunca. Cuando abrazo a papá, mamá, abuelos, amigas tengo esa sensación. De querer que el momento sea eterno, y a la vez de guardarlo bien adentro de mi mente. Esas canciones que escucho y me reviven el alma, esas que las escucho cien veces diarias y hasta en la ciento uno saca lo mejor de mí. Por ejemplo, me quedó en la mente una vez con toda mi familia en la quinta tirados en el pasto. Unos leían revistas, diarios, yo escuchaba música, otros más chicos jugaban. Estábamos todos tranquilos felices al sol, daría todo porque se siga repitiendo y con todas esas personas al lado. Creo que no hay cosa más linda que esos momentos en los que uno siente que no puede pedir más. Que te llenan el alma, te reviven si te sentiste medio muerto. Momentos que, como las mejores cosas de esta vida, llegan solas. Así que, ¡A vivir! Viviendo con todo lo que se nos presenta, pero sin buscarlo, ni esperarlo sino con lo que está en el presente y los recuerdos pasados. Disfrutando de cada pequeña cosita que nos haga sonreir.

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