¿Cuántas veces rogamos tener la posibilidad de poder ilusionar a la mente y tener una esperanza a futuro? Muchas, realmente muchas veces. Pensamos que tenemos una vida sin sentido, y cómo se nos pasa el tiempo…
Pero, también ¿Cuántas veces decimos: “no, preferible ni pensar, no quiero hacerme ilusión”? En mi caso, bastantes… Que miedo se le tiene a la ilusión a veces. Que miedo a tener una esperanza que no se pueda llevar a cabo. Y así tener que enfrentarse con la llamada “desilusión”. A la que yo, y espero pensar que otras personas también, le tememos.
Y así, ¿Qué haces? Ignoras todo lo que sentís. No te la jugás. Te quedas en donde estas por temor al cambio, a la ilusión de tener algo, a la ilusión de querer algo, de amar algo y que se te destroce en las manos. Y, anda a saber, si por ignorar todo lo que sentís, ignoras lo que sientes los de tu alrededor, y terminás lastimando gente. Por cobarde. Por querer evitar el cambio, tenerle miedo al cambio. ¿Qué sabes? El cambio no siempre es malo, no siempre causa descontrol. A veces es para bien, si uno pudiera perderle el miedo a ese cambio… pero no todos podemos tomar ese riesgo, y yo soy una de esas. Como cuesta…
Hay que lograr pasar esa barrera. Porque, quieras o no, una persona no puede vivir sin pensar en el futuro ¿A dónde querés llegar sino? ¿Vas a dejar que se te pasen los años, la vida por delante? Y así, dejar pasar oportunidades… por temor a ilusionarte.
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